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La realidad de la ficción

  • Foto del escritor: Hablemos de algo más
    Hablemos de algo más
  • 10 dic 2020
  • 3 Min. de lectura

Siempre es bueno recordar que una de las maravillas de la literatura es que a menudo funciona como espejo de la realidad. Este espejo puede ser detallado, borroso. A veces invertido, otras tan acertado que da escalofríos. La literatura absorbe los acontecimientos que rodean a quien la escribe y muchas veces el autor o autora, reproduce, intencionalmente o sin notarlo, los lineamientos de la sociedad en la que se ve envuelto.


La literatura tiene esa capacidad de reproducir y recrear eventos, emociones, historias. Crear las propias con componentes tan finos como si fueran realidad y no ficción. Esto acontece en numerosos escritos en lo que toca a las relaciones humanas. Autores de todos los tiempos se han puesto manos a la obra para recrear los vínculos de la vida real en sus trabajos. Pero, ¿cómo lo logran? Personalmente, creo que entran en juego diversas técnicas de escritura que ayudan a construir mejor este aspecto. Una de ellas, sin lugar a dudas, es lo que se dio a llamar el fluir de conciencia.


Esta técnica se expande en el siglo XX con escritores mundialmente reconocidos como Virginia Woolf, James Joyce o William Fulkner. En el siglo anterior se habían escrito novelas de estilo realista donde el narrador omnisciente dominaba la escena. Este tipo de narrador utiliza la tercera persona para describir la vida de sus personajes y sabe absolutamente todo lo que pasa. Cómo piensan, cómo sienten y por supuesto, su forma de relacionarse. Me refiero, a grandes rasgos, a novelas como Orgullo y prejuicio, Ana Karenina o La Regenta.


Pero en el siglo XX, la escena mundial cambia y con ella la forma de ver y estar en el mundo. Es así como de a poco, este narrador va perdiendo poder y entre su discurso comenzamos a apreciar las filtraciones de las voces (pensamientos) de los personajes que habitan el libro. El narrador omnisciente que todo lo ve y todo lo domina se va dejando de lado para que los personajes trasluzcan lo que ellos sienten, piensan u opinan y lo expresen en sus propias palabras o gestos.


A mi modo de ver, esta técnica vuelve mucho más cercana la construcción de los vínculos porque a la hora de relacionarnos no tenemos una visión mágica que nos permita dominar la escena y saber o prever la reacción de los demás. Y al leer novelas que utilizan esta técnica, el autor nos pone en el mismo campo de visión de los personajes, permitiendo una experiencia más encarnada de lectura. Si podemos ver lo que un personaje ve o interpreta, eso es más cercano a nuestra experiencia del mundo y de nuestros vínculos.


Tomemos el caso de El ruido y la Furia. Esta lectura de William Faulker puede resultar compleja, pero a la vez desafiante. El narrador no nos da todo en bandeja. El lector debe hacer un esfuerzo por interpretar las imágenes que se le brindan. Se trata de la historia de una familia del sur de los Estados Unidos. Cuatro hermanos, uno de ellos discapacitado, una madre tradicionalista y un padre alcohólico. Si bien parece un argumento sencillo, las partes de la novela están divididas y expresadas por las voces de los tres hermanos varones. Y a través de ellas vemos la forma distinta en la que se relacionan con su hermana, Candance. En mi opinión, es impresionante el manejo de fluir de conciencia que se emplea en la obra para lograr describir de manera que parezca tan real tres vínculos en esencia iguales pero, en la práctica, tan disímiles. Cada uno de ellos tiene una experiencia distinta de la relación con su hermana.


A lo largo de los años esta técnica ha ido evolucionando. Escritores de todo el mundo siguen apostando por dejar plasmado en el plano de la literatura la forma de vincularse (o no) en el mundo real. Los animo a que se adentren en sus próximas lecturas explorando la forma en la que los personajes se relacionan y de qué manera el autor o la autora del libro logra plasmar en su ficción un elemento tan complejo de nuestra vida diaria. Qué descripciones utiliza. Si lo que están leyendo es la perspectiva de un personaje o del narrador. O cómo se combinan ambas. Sean lectores atentos y activos. Pregúntese: ¿Qué les llega de esa historia? Déjense interpelar.





Por Angélica Koncurat




 
 
 

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