lo invisible detrás del cambio
- Hablemos de algo más
- 10 dic 2020
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En este mes dedicado a la familia quiero adentrarme en lo primero y más básico que la une: la genética. Tenés los ojos de tu mamá, el carácter de tu abuela y la nariz de tu papá son frases que podemos escuchar muy seguido porque los rasgos físicos son los indiscutibles marcadores de nuestra familia. Pero, ¿cómo se transmiten estas características?
Todas las personas tienen dos copias de casi todos los genes: una copia de la madre y otra del padre. Los genes son partes del ADN que le indican a la célula cómo funcionar, determinando características como tener ojos marrones o azules. Estos genes están en los cromosomas, estructuras que llevan el ADN bien ordenado y comprimido.
El ADN actúa como una larga receta, donde los pasos a seguir determinan las características físicas y funcionales de todo ser vivo. Estas instrucciones son transmitidas de padres a hijos y, si bien existen múltiples controles para que dicha receta no se modifique, existen mutaciones que pueden cambiarla y también procesos, como la epigenética, que generan marcas químicas en la misma a lo largo de la vida de la persona.
¿Qué son estas marcas químicas? La acción del ambiente, conformada por bacterias beneficiosas o no, alimentos, trato social, adicciones, entre otros factores, generan marcas en el ADN. Esto hace que la expresión de ciertos genes ya no sea la misma. Para entenderlo mejor les voy a mostrar varios ejemplos.

Los gemelos idénticos, con una genética idéntica (los dos tienen las mismas copias de padre y madre) a lo largo de su vida desarrollan diferencias en su personalidad, comportamiento e incluso diferencias físicas. La epigenética lleva a que cada individuo sea único, más allá de la similitud de su ADN, haciendo que los gemelos, por factores como alimentación distinta o tratos afectivos diferentes, sean distintos. La receta no cambia, sino que tiene agregados que hacen que ya no se exprese igual.
Estudios en epigenética sobre estrés y cuidado maternal han demostrado que en víctimas de suicidios existen modificaciones en el ADN de sus cerebros. Lo mismo sucedió en estudios de ratas y humanos, en los que se han percibido que las modificaciones en el ADN ocurren cuando estos individuos han experimentado maltrato en etapas vitales tempranas, otra marca que los progenitores o responsables pueden dejar. Incluso se han tomado estos estudios como base para futuras terapias en donde el blanco de tratamiento sea la específica modificación del ADN.
Estas modificaciones ocurren todo el tiempo a lo largo de la vida de una persona, de tal forma que hasta nuestra memoria se consolida gracias a estos agregados en el ADN. Los mecanismos epigenéticos ocasionan cambios en las células del cerebro, generando cambios en la señalización sináptica, organización y morfología, que a su vez apoyan el aprendizaje y memoria.
Tenemos la genética de nuestros padres, y define mucho de nuestra persona. Sin embargo, las modificaciones en esta receta nos hace ser quienes realmente somos. Las personas con las que nos desarrollamos y relacionamos nos forman, no sólo psíquicamente, sino que marcan hasta nuestro ADN. Los cambios invisibles nos definen.
Por Malena Herrera López
Yorumlar