los retratos de luli katz
- Hablemos de algo más
- 10 dic 2020
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La artista Luli Katz se animó al gran cambio: trabajaba en relación de dependencia en un estudio de arquitectura y renunció para llevar adelante su propio emprendimiento donde retrata animales.
Los comienzos
Luli Katz es artista. Nació en Buenos Aires, pero cuando tenía tres años se mudó junto a su familia a General Pico, donde pasó toda su infancia y adolescencia. A los dieciocho años, como muchos de los que crecimos en ciudades pequeñas, emigró hacia una ciudad más grande que le permitiría estudiar la carrera de Imagen y sonido, descubierta gracias al test vocacional. Sobre Buenos Aires, su gran sueño, dice: Siempre tuve mucha pulsión por venir a la ciudad grande. Buenos Aires siempre me gustó mucho. Soy bicho de ciudad.
Hoy trabaja retratando animales, pero, al comienzo de su vida laboral, no estaba en los planes desempeñarse como artista. Si bien ya estaba rodeada de otros artistas (ambos padres son artistas, un hermano también lo es y otro es arquitecto), la idea de ser una más no era lo que más le agradaba. Por eso, decidió seguir Imagen y sonido, una carrera que para el 2003 era bastante nueva.
Mientras estudiaba, trabajaba. Su lugar de trabajo durante más de una década fue un estudio de arquitectura muy particular. Su jefe era arquitecto y escenógrafo, así que allí se hacían escenografías de teatro muy arquitectónicas. Comenzó de meritoria, buscando la utilería de las escenografías, y terminó siendo la mano derecha de su jefe. Luli recuerda con mucho cariño esta época de su vida. Para mí, mi trabajo fue la universidad mucho más que lo académico, que también me sirvió muchísimo. Pero, realmente, mi formación está muy marcada por el espacio de trabajo en el cual estuve más de diez años.

La necesidad de un cambio
Todo tiene un límite, un punto de quiebre y Luli definitivamente había llegado a él. Necesitaba trascender, dar un salto. No sabía muy bien en qué, pero sabía que otro estilo de vinculación con el trabajo era necesario. Luli reconoce que en ese momento llevaba un modo de vida muy workaholic, que aún hoy mantiene, pero con sus propios tiempos. Recuerda: En esa época, al depender de otros, trabajaba de lunes a lunes y muchos proyectos se trabajaban de noche porque de día están los actores que ensayan, entonces de noche se monta el trabajo. Realmente necesitaba un cambio.
Renunció a su trabajo de oficina. Pero antes de convertirse en su propia jefa, tenía ocupaciones intermitentes: hizo varias producciones, distintas a las que estaba acostumbrada porque tenían que ver más con el mundo televisivo, y volvió a trabajar en el estudio de arquitectura de manera freelance. Hacía lo que surgía, cuenta Luli. Y los tiempos libres los dedicaba a pintar con acuarelas, técnica que fue perfeccionando gracias a un gran trabajo de observación y ayuda de su madre. Hasta que un día hizo el retrato de su gata Mili, el primero de miles.
H+: ¿Cómo es el proceso de retratar un animal?
LK: Trabajo a partir de fotos. La cantidad de veces que me han preguntado si tenían que traer a la mascota fueron muchas, como si trabajara al igual que en la época de Las Meninas con el modelo vivo, ¡me muero! (risas). A veces también me mandan un par de fotos, por colores por ejemplo, pero trato de no entrar mucho en “me gustan las orejas de esta (foto) con la boca de esta (foto)” porque somos muy exigentes. Amamos tanto a la mascota que tenemos a nuestro lado que después queremos ver el retrato y que esté reflejado y yo no hago hiperrealismo, siempre lo aclaro. Después, el tiempo que me lleva es relativo. En general, puedo pintar uno o dos por día. No me gusta empezar y dejar abierto algo. Necesito esa cosa de empezar y terminar.
H+: ¿Cuál fue el retrato más extraño que te pidieron?
LK: Una señora que me pidió uno medio de prócer, con traje de época, abotonado. Era un labrador que estaba vestido como San Martín. Entonces tenía la cabeza de su labrador y después tenía todo el traje abajo. Y el otro día, pinté un retrato entre las plantas que me encantó. Hay gente que considera a sus mascotas como hijos y, por ejemplo, ahora me pidieron un retrato grande (50x70 cm) y el retrato digital. Después lo van a imprimir y se hacen el sticker, el bolso… y después están los que simplemente quieren tener un retrato de recuerdo porque muchas veces son animales que ya no están. Y es muy emocionante cuando la gente se emociona. Me ha pasado mucho de gente emocionada porque el amor hacia la mascota es indescriptible y es una parte de la familia. Eso llega y esa parte del trabajo está buenísima.
H+: Y este año ¿cómo lo viviste tanto personalmente como en lo laboral?
LK: Laboralmente, empecé a tener más trabajo. Yo siempre digo que, para la gente, no es de primera necesidad tener retratada a su mascota, es un gusto que se dan. Entonces, al no poder viajar o gastar su plata en una salida, aprovechó para tener un retrato de su mascota… Y a nivel familiar, con mi novio Fer nos encontramos solos y aislados criando un hijo por primera vez. Nos costó muchísimo no poder ver a los familiares que están lejos y el miedo a lo que podía pasar con la enfermedad. Hoy estamos más tranquilos porque se puede salir más, con recaudos obviamente, pero ya es otra. Nos queda pendiente ir a La Pampa. Siempre voy alguna vez en el año y este año…
H+: ¿Extrañas?
LK: Además de extrañar, es terrible sentir que no podés ir. No es lo mismo que no querer.
Con Luli nos encontramos una mañana de noviembre, ella en Buenos Aires y yo en General Pico y, para esta fecha, todavía la apertura de La Pampa no era una realidad. En ese momento pensaba: Ojalá podamos encontrarnos… Y ahora que ya lo es, espero ansiosa la fecha.
H+: ¿Dónde ves tus retratos en un futuro?/¿Cómo imaginas tu emprendimiento en un futuro?
LK: Desde que adopté la herramienta digital en 2018 se me abrieron las puertas para trabajar internacionalmente. Argentina es muy complejo para exportar. Entonces, de esa manera, ahora tengo encargos de México, de España, tengo una chica en Miami. Mi idea es seguir expandiendo y abriendo el mercado. Y también deseo, en algún momento, bajar todo mi trabajo a algún producto que no necesariamente dependa de mí porque yo hoy me enfermo y no pinta nadie. No está muy bien definido todavía, pero me gustaría que sea un producto que se pueda masificar sin la necesidad de estar sentado atrás y pintando con las manos.
Cerca del mediodía llegó el momento de despedirnos. Luli, quien dedica las mañanas a pintar y ser madre full time por las tardes, se despidió como imaginé. Diciendo: Bueno, me voy a poner a pintar.
Por Dolores Pacheco
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